Una limpieza suave y sin sulfatos, el primer paso para una piel cuidada

por | Mar 13, 2017 | Blog Biofemme, Cuidado de la piel

Todas sabemos que una buena higiene facial es imprescindible para tener una piel sana y por lo tanto más bella. La contaminación, la transpiración, el contacto con nuestras manos y la propia renovación de la piel van ensuciando el cutis. Si no tenemos una buena rutina de limpieza, éste se verá opaco y sin luz, y no podrá absorber correctamente los tratamientos que le apliquemos.

A la hora de ir a buscar un producto para limpiar el rostro encontramos varias opciones:

  • Las clásicas cremas o leches limpiadoras, ideales para las pieles secas o maduras.
  • Los aceites de limpieza, una de las nuevas tendencias inspiradas en las rutinas de cuidado de las mujeres asiáticas.
  • Los geles limpiadores, más frescos y ligeros, que suelen ser la elección de las chicas jóvenes y las mujeres con piel mixta o grasa.
  • Las aguas micelares: muy suaves y versátiles

Todos ellos son ejemplos de la variedad de fórmulas que encontramos en el mercado.

Cuando elegimos un producto, es importante que éste se adapte a nuestras necesidades, pero también hay que fijarse en su composición. Especialmente, si somos de las que preferimos los productos que hacen espuma y estamos comprando un gel limpiador o un jabón líquido, hay que prestar atención a si contiene sulfatos o no.

 ¿Qué son los sulfatos?

Los sulfatos son un grupo de detergentes o surfactantes que se encuentran muy comúnmente productos para el rostro, el cuerpo y el cabello. Son buenos agentes de limpieza, arrastran la suciedad de forma efectiva y forman abundante espuma, pero son demasiado agresivos para la limpieza de la piel del rostro, que es muy delicada.

¿Qué efectos tienen y cómo podemos evitarlos?

Al lavar la piel con sulfatos, su elevado poder detergente altera el manto hidrolipídico, una capa protectora nos ayuda a proteger la piel y a mantenerla hidratada. Si esta protección se retira en exceso, la piel se reseca y puede irritarse.

Los sulfatos más comunes son el lauril sulfato de sodio y sus derivados. Para saber si se encuentran en un producto cosmético, bastará con leer los ingredientes de la etiqueta: si vemos que aparece el nombre Sodium Lauryl Sulfate o Sodium Laureth Sulfate sabremos que el producto contiene sulfatos y podremos buscar otra opción.

¿Y qué alternativas hay?

Para las que no queremos renunciar a lavarnos el rostro con agua y gel o jabón, están saliendo al mercado nuevas fórmulas sin sulfatos que utilizan alternativas más suaves pero igual de efectivas. Estos nuevos productos no forman tanta espuma, pero aportan la misma frescura y limpieza profunda.

Así pues, fijándonos en la composición de los productos que compramos, conseguiremos una rutina de limpieza más respetuosa con nuestra piel, para que ésta luzca más hidratada, suave y luminosa.

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